Hay una serie de enfermedades de tipo osteoarticular que afectan a los ancianos, entre ellas la artritis reumatoide. Su comienzo es en la edad adulta y numerosas investigaciones recientes revelan que su incidencia en los ancianos es de 1 %.

De ese porcentaje, es mayor su incidencia en varones de avanzada edad y poco frecuente en los menores de 45 años. En el caso de las mujeres, aumenta entre los 45 y 50 años, con una mayor incidencia alrededor de los 75 años.

La artritis reumatoide guarda diferencias cuando afecta a personas jóvenes en relación con las personas mayores. Es de considerable importancia tener en cuenta no solo los síntomas y las partes afectadas, sino también la manera en que debe ser tratada.

Qué es la artritis reumatoide

¿En qué consiste la artritis reumatoide?

 

La artritis reumatoide es una afección crónica que se origina por la inflamación de la membrana sinovial, que es la que cubre, protege y alimenta los cartílagos de las articulaciones y tejidos circundantes. Es considerada una de las enfermedades más comunes en personas ancianas.

Al inflamarse esa membrana, se produce una visible hinchazón, dolor y una sensación de rigidez que se siente sobre todo en las mañanas y la pérdida de movilidad en la articulación afectada.

Suele presentarse en algunas articulaciones más que en otras, pero sobre todo en las de mayor movilidad, como las de las manos, los pies, los codos, los hombros, las rodillas, los tobillos y las caderas.

Cuando se agrava la artritis reumatoide y sus síntomas es necesario que el paciente reciba la atención y la ayuda doméstica especializada de parte de profesionales con la indispensable formación y experiencia. Solo así se evitan mayores complicaciones y se mantiene en la medida de lo posible la calidad de vida del paciente.

Cuál es el mejor medicamento para la artritis reumatoide

En el caso de la artritis reumatoide, el tratamiento implica la prescripción de esteroides como la prednisona, ya que es de mucha ayuda contra la hinchazón y el dolor en las articulaciones, aunque se desconoce si es capaz de evitar el avance de esta enfermedad.

Se considera que los que mejor funcionan son los denominados Dmards, por las siglas del inglés Disease Modifying Anthireumatic Drug, porque calman el dolor y en parte detienen o demoran los cambios que se producen en las articulaciones. Pueden ser administrados en inyecciones o pastillas.

Algunos remedios caseros son muy usados porque en su mayoría alivian los síntomas por sus efectos antinflamatorios y calmantes del dolor, así como estimulante de la irrigación de la sangre.

Entre esos remedios naturales de larga tradición están:

  • El té de cola de caballo, anís y raíces de bardana.
  • El té de romero y salvia.
  • El té de cúrcuma, malva y regaliz.
  • La pomada de árnica.
  • El masaje con óleos esenciales de eucalipto, alcanfor, maní y trementina.

Igualmente, los remedios naturales y caseros son muy recomendados para la complementación del tratamiento clínico, siempre que este último sea el principal y se cumpla de manera estricta.

Qué análisis se piden para la artritis reumatoide

Análisis necesarios para la artritis reumatoide

 

Si un paciente presenta síntomas como atrofia muscular, manos hinchadas, movilidad reducida, fatiga y febrícula, así como sensibilidad y calor en las articulaciones al tacto, son un indicativo de que se esté comenzando a experimentar las manifestaciones iniciales de artritis reumatoide.

Un diagnóstico preciso requiere de radiografías y análisis de sangre. Con estos últimos se medirán los siguientes parámetros:

  • PCR o proteína C reactiva porque sube sus niveles en la sangre en presencia de la artritis reumatoide, aunque también en otras afecciones reumatológicas, traumatismos infartos e infecciones.
  • VSG o velocidad de sedimentación globular, que es un indicador de inflamaciones, como las que se dan en la artritis reumatoide.
  • Anticuerpos contra el Péptido Cíclico Citrulinado para la detección de estos.
  • FR o factor reumatoide, que es un anticuerpo que producen las células B y que al detectarse su presencia en el análisis de sangre, es indicativo de que en 80 por ciento de los pacientes significa que padecen de artritis reumatoide.

De los resultados dependerá un tratamiento inmediato dirigido a evitar el avance de la enfermedad, ya que por su carácter progresivo puede llevar a daños articulares irreversibles.

La importancia de un diagnóstico temprano

Después de los análisis realizados apenas se presenten los primeros síntomas y se confirme el diagnóstico con los análisis de sangre, se impone un tratamiento temprano para que sea más probable la remisión de esos síntomas.

La artritis reumatoide no tiene cura, pero los medicamentos antirreumáticos y las terapias diseñadas y orientadas por un fisioterapeuta o un terapista ocupacional ayudan mucho al alivio de los síntomas y a mantener la flexibilidad de las articulaciones afectadas.

Si se llega al punto de que los medicamentos y las terapias no dan buenos resultados, la cirugía es una alternativa. Con esta es posible la restauración de la habilidad para el uso de una articulación, aunque según la edad del paciente, deben evaluarse con mucha cautela los riesgos que implica este tipo de intervención.