8 consejos para abordar la hipocondría en ancianos
La hipocondría es uno de los aspectos más desafiantes que tiene que enfrentar un familiar o el personal contratado que se encuentre al cuidado de una persona mayor. Todos los días, y varias veces durante la jornada, el cuidador debe estar alerta antes las manifestaciones y síntomas de enfermedades y distinguir si estas son verdaderas o imaginarias para actuar en consecuencia.
Para abordar este problema de la mejor manera posible, es necesario tener una adecuada comprensión acerca de la hipocondría en ancianos y considerar algunos consejos útiles para ofrecer soporte y comprensión al paciente.
Hipocondría, una enfermedad real que afecta a todos
Un error que se comete con mucha frecuencia frente a un anciano hipocondríaco es que se le acusa de tener deseos de llamar la atención o de “hacer drama por cualquier cosa”.
Es necesario tener claro de que se está ante una patología psicológica real que tiene como fuente un elevado nivel de ansiedad en el anciano y también un gran temor a la muerte. Por lo tanto, estamos ante un trastorno que debe ser abordado con toda la seriedad que la circunstancia exige.
La hipocondría es un trastorno que consiste en una exagerada preocupación por padecer enfermedades serias o letales, incluye las fobias a contraer alguna patología mediante el contagio.
Un paciente hipocondríaco suele exagerar las señales normales de un cuerpo saludable en ajuste y las transforma en una enfermedad, ya sea una variación en su ritmo cardíaco o de la frecuencia respiratoria, la temperatura corporal, incluso los movimientos intestinales. Todo es interpretado como síntoma de alguna enfermedad.
El problema es que muchas veces el pánico hace que el adulto interprete estas señales como un trastorno serio y sufre realmente.
¿Cómo es que esta enfermedad afecta a todos?
Vivir con alguien que todos los días y a todas horas se queja de alguna dolencia es agotador para cualquier núcleo familiar.
Los niños y adultos que están cerca de un hipocondríaco terminan, tarde o temprano, afectados en su estado de ánimo, ya que se ven forzados a atender al anciano demandante y el anciano se desespera más porque siente que nadie entiende su situación.
Con estos consejos es posible hacer más llevadera la vida para todos y se puede canalizar la enfermedad con buenos resultados.
Qué hacer frente a la hipocondría
Lo que sí se debe hacer…
- Buscar la opinión de un profesional. Solo el médico tratante puede determinar si lo que dice el paciente tiene su origen en su cuerpo o en sus emociones. Para eso, hará todas las pruebas que considere pertinentes antes de dar un diagnóstico.
- Contratar ayuda doméstica como lo que ofrece SADA. Tener quien eche una mano con las labores básicas de la casa como la lavandería, hacer la compra, preparar la comida, incluso cuidar del anciano durante unas horas, representa un gran alivio para la familia y los cuidadores. Podría decirse que es hasta terapéutico.
- Procurar compañías saludables. Es importante atraer personas que ayuden a cambiar el estado mental del paciente, como contrincantes en juegos de mesa o compañeros de caminata, es bueno que participe en clubes de lectura o que desarrolle algún pasatiempo. Si tiene autonomía, es válido que se involucre en las actividades cotidianas del hogar, que cuide del jardín o que tenga una mascota.
- Mantener vigilancia sobre los medicamentos. En estos casos, los especialistas recetan fármacos para controlar la ansiedad, la depresión o la hiperactividad y es importante seguir este tratamiento al pie de la letra. Por otro lado, hay que estar alertascon el resto de las medicinas para evitar automedicación y el riesgo de intoxicación.
Lo que no se debe hacer…
- Desestimar al anciano. Expresiones como “tú no tienes nada, deja el drama”, solo empeoran la situación. No se puede olvidar que el paciente realmente se siente mal y lo está pasando mal aunque clínicamente no tenga nada. Es importante escuchar con atención y actuar según las recomendaciones del médico.
- Amistades tóxicas. Las amistades que solo visitan para llevar malas noticias o hablar de sus propias enfermedades no ayudan en nada. Lo mejor es limitar ese tipo de visitas. En caso de que no se puedan evitar, es saludable establecer reglas e informar al amigo o familiar que hay temas que no se deben abordar frente al paciente.
- Sobreexposición a la información. La llegada de la COVID-19 ha generado un bombardeo informativo sobre los síntomas de la enfermedad, cifras de contagios y fallecidos, situación de los hospitales, etc. Este tipo de información en la mente de un anciano genera estrés, no pasará mucho tiempo para que un ataque de tos se convierta en una sospecha firme de haberse infectado con el Coronavirus.
- Reaccionar con alarma ante cualquier dolencia del anciano. Es crucial mantener la calma, incluso en situaciones de emergencia, a fin de que el paciente no use el estado de ánimo del cuidador para alimentar sus temores y magnificar su situación.
El trastorno de la hipocondría siempre puede mantenerse bajo control. Contratar los servicios de especialistas en cuidados de ancianos, como los de SADA, es la mejor alternativa cuando las familias no tienen experiencia en estos escenarios o simplemente quieren darse un respiro eventualmente.
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